Cuando una mujer decide denunciar en corto o de manera legal algĂșn tipo de abuso o violencia, comienzan una serie de acciones repetitivas de su alrededor, de los conocidos y de los desconocidos
No es que nos acerquemos al 8 de marzo, sino que las acciones y la realidad a la que nos enfrentamos como mujeres en el ĂĄmbito social y laboral siguen generando ciertas alarmas.
Una menor de edad se suicidĂł en el interior del Refugio Especializado para Mujeres y Niños VĂctimas del Delito de Trata de personas en la alcaldĂa Magdalena Contreras, en la ciudad de MĂ©xico.
Un hombre apuñaló a su ex pareja porque ella decidió terminar la relación.
El diputado Emilio Maurer de MORENA llamĂł “esquizofrĂ©nica mujer” a su compañera legisladora MĂłnica RodrĂguez durante la sesiĂłn del martes pasado en el Congreso de Puebla.
PolicĂas de la Ciudad de MĂ©xico se enfrentan y forcejean a mujeres que se presentan a las afueras del Palacio Nacional para exigir el reconocimiento de las agresiones de FĂ©lix Salgado Macedonio para que este sea removido totalmente como candidato a la gubernatura del estado de Guerrero.
Las mujeres mexicanas van y vienen a sus trabajos con el constante acoso en las calles y en sus propios espacios laborales. No es nada nuevo, no hay nada nuevo qué contar.
Las protestas como las del colectivo “NingĂșn agresor en el poder” se frenan y se les agrede verbal y fĂsicamente. Las tocan, les pegan, les gritan, les escupen, les amenazan y a la hora de arrestarlas la intimidaciĂłn sexual es lo que les sigue.
La propia AmnistĂa Internacional ha reconocido las prĂĄcticas de violencia y abuso hacia las mujeres por parte de la policĂa mexicana. Recordemos el año pasado las protestas ante los Ășltimos feminicidios que lograron sacar a mĂĄs de 20mil mujeres a las calles y que muchas de ellas fueron reprimidas violentamente.
Las que se viven en capital del paĂs, con detenciones injustificadas, la intimidaciĂłn y las amenazas.
Por solo decir poco y sobre todo enfocarnos en el derecho a la protesta y a la libre manifestaciĂłn, como muchas otras causas son mĂĄs respetadas y menos agredidas.
La foto que hoy la fotoperiodista Sashénka Gutiérrez nos comparte en donde mujeres integrantes de la CONAFEM se manifestaron frente al Palacio Nacional para protestar contra Félix Salgado Macedonio y su candidatura es un claro ejemplo, de lo que la mujer vive a la hora de alzar su voz ante cualquier tipo de agresión.
Cuando una mujer decide denunciar en corto o de manera legal algĂșn tipo de abuso o violencia, comienzan una serie de acciones repetitivas de su alrededor, de los conocidos y de los desconocidos.
Vienen las preguntas que representan dudas de lo que si dices es verdad o una mera exageraciĂłn. ¿Segura que te dijo eso? ¿HabrĂĄ querido decĂrtelo con esa intenciĂłn? A lo mejor escuchaste mal, o quizĂĄ se moviĂł sin querer y te tocĂł sin darse cuenta.
La certeza de tu humillaciĂłn, se esfuma.
DespuĂ©s quienes se van enterando, porque entre mĂĄs delicado sea el tema, mĂĄs rĂĄpido se van enterando los demĂĄs, vienen los cuestionamientos sociales. “Ella siempre anda en vestido”, “Es que para quĂ© se expone”, “Para quĂ© se queda hasta tarde trabajando”, “Pues ahĂ anda haciendo ejercicio”, “¿Por quĂ© no gritĂł?” o “Por quĂ© no lo dijo en su momento”.
Entonces nos vemos como esta mujer sentada en el suelo, solas, sin ningĂșn tipo de compañĂa porque terminamos por no creer en nadie, cargamos la dignidad y el orgullo como esas dos mochilas para todos lados, aunque pesen y tengamos que defenderlas a capa y espada.
Terminamos por utilizar algĂșn tipo de careta en el rostro para que dejen de juzgarnos, o al menos muchas desean cambiar de rostro, de calle, de trabajo, de ciudad para que no la reconozcan como “la que acusĂł al jefe” o “la que no aguanta nada”.
Es una constante en la vida de la mujer y mĂĄs aĂșn de la mexicana, en donde persiste el machismo y sin una polĂtica de gĂ©nero que nos respalde.
La policĂa como toda autoridad, llena de hombres en su mayorĂa, resguardados ante leyes antiguas y carentes de polĂticas que garanticen una vida libre de violencia.
Ocultos y protegidos, inamovibles y firmes en no dejar pasar la voz de quien demanda, de quien exige respeto y libertad.
El presidente seguirĂĄ repitiendo en su discurso que no quiere tratar mĂĄs el asunto de las feministas, y podrĂĄ decir cuantos “ya chole” desee, pero allĂĄ afuera en las calles las mujeres estamos trabajando por la igualdad de gĂ©nero y la defensa de nuestros derechos.
Cada vez somos mĂĄs las que alzamos la voz con acciones crĂticas y coyunturales para apoyarnos, y no dejar ni quedarnos solas cuando enfrentemos esa barrera polĂtica social ante la degradaciĂłn y la tiranĂa de quien se propasa porque sĂ.
Los fotoperiodistas tienen la pericia de trasladarnos a donde no fuimos y a hacernos cómplices de acciones que no vimos. El ojo de Sashénka quien ha estado de cerca de distintos colectivos feministas la coloca en una posición meritoria para obtener esta imagen.
OjalĂĄ que esta foto nos provoque y nos dĂ© la suficiente energĂa para que cualquier pacto que nos afecte lo rompamos nosotras mismas.
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